El juramento hipocrático debe de sanar y salvar la vida del paciente en toda circunstancia ha sido esgrimido por el estamento medico como un límite deontológico insalvable para prestar su apoyo a la práctica de la eutanasia e incluso para fundamentar la objeción de conciencia al aborto.
Pero este principio básico de la ley médica, invocable siempre, se enfrenta a una realidad social que, inexorablemente, lleva una relectura actualizada del mismo: poblaciones sobre envejecidas en las que cada vez son más frecuentes las situaciones terminales y en las que la propia ciencia médica han diagnosticado en un tiempo cierto el fin irreversible de quienes las padecen.